Daniel Pintó Casas

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Los tres leones

En la selva vivían 3 leones. Un día el mono, el representante electo por los animales, convocó a una reunión para pedirles una toma de decisión: Todos nosotros sabemos que el león es el rey de los animales, pero hay una gran duda en la selva: existen 3 leones y los 3 son muy fuertes. ¿A cuál de ellos debemos rendir obediencia? ¿Cuál de ellos deberá ser nuestro Rey?

Parábolas con amorLos leones supieron de la reunión y comentaron entre sí: -Es verdad, la preocupación de los animales tiene mucho sentido. Una selva no puede tener 3 reyes. Luchar entre nosotros no queremos ya que somos muy amigos.

Necesitamos saber cual será el elegido, pero, ¿Cómo descubrir?

Otra vez los animales se reunieron y después de mucho deliberar, llegaron a una decisión y se la comunicaron a los 3 leones.

-Encontramos una solución muy simple para el problema, y decidimos que los 3 vais a escalar la Montaña Difícil.

El que llegue primero a la cima será consagrado nuestro Rey.

La Montaña Difícil era la más alta de toda la selva. El desafío fue aceptado y todos los animales se reunieron para asistir a la gran escalada.

El primer león intentó escalar y no pudo llegar. El segundo empezó con todas las ganas, pero, también fue derrotado. El tercer león tampoco lo pudo conseguir y bajó derrotado.

Los animales estaban impacientes y curiosos; si los 3 fueron derrotados, ¿Cómo elegirían un rey?

En ese momento, un águila, grande en edad y en sabiduría, pidió la palabra:

– ¡Yo sé quién debe ser el rey! – Todos los animales hicieron silencio y la miraron con gran expectativa.

-¿Cómo? – Preguntaron todos.

-Es simple, -dijo el águila- Yo estaba volando bien cerca de ellos y cuando volvían derrotados en su escalada por la Montaña Difícil escuché lo que cada uno dijo a la Montaña.

El primer león dijo: – ¡Montaña, me has vencido!

El segundo león dijo: – ¡Montaña, me has vencido!

El tercer león dijo: – ¡Montaña, me has vencido, por ahora! porque ya llegaste a tu tamaño final y yo todavía estoy creciendo.

La diferencia, – completó el águila – es que el tercer león tuvo una actitud de vencedor cuando sintió la derrota en aquel momento, pero no desistió y quien piensa así, su persona es más grande que su problema: Él es el rey de sí mismo, está preparado para ser rey de los demás.

Los animales aplaudieron entusiasmadamente al tercer león que fue coronado El Rey de los animales.

Moraleja: No tiene mucha importancia el tamaño de las dificultades o problemas que tengas. Tus problemas, por lo menos en la mayor parte de las veces, ya llegaron al nivel máximo, pero no tú.

Tú todavía estás creciendo y eres más grande que todos tus problemas juntos.
Todavía no llegaste al límite de tu potencial y de tu excelencia.
La Montaña de las dificultades tiene un tamaño fijo, limitado.
¡TÚ TODAVÍA ESTAS CRECIENDO!
Y acuérdate del dicho:
«NO DIGAS A DIOS QUE TIENES UN GRAN PROBLEMA, SINO DILE AL PROBLEMA QUE TIENES UN GRAN DIOS».

El limosnero

Parábolas para recogerHubo una vez un limosnero que estaba tendido al lado de la calle. Vio a lo lejos venir al rey con su corona y capa. «Le voy a pedir, de seguro me dará bastante» pensó el limosnero y cuando el rey pasó cerca le dijo :

-Su majestad, ¿me podría por favor regalar una moneda? – aunque en su interior pensaba que el rey le iba a dar mucho.

El rey le miró y le dijo – ¿Por qué no me das algo tú? ¿Acaso no soy yo tu rey?… -el mendigo no sabía que responder a la pregunta y dijo:

-Pero su majestad…yo no tengo nada!.

-Algo debes de tener…busca! – respondió el rey

Entre su asombro y enojo el mendigo buscó entre sus cosas y supo que tenía una naranja, un bollo de pan y unos granos de arroz. Pensó que el pan y la naranja eran mucho para darle, así que en medio de su enojo tomó 5 granos de arroz y se los dio al rey. Complacido el rey dijo:

-Ves como si tenías! – Y le dio 5 monedas de oro, una por cada grano de arroz. El mendigo dijo entonces:

-Su majestad…creo que acá tengo otras cosas – pero el rey no hizo caso y dijo:

-Solamente de lo que me has dado de corazón te puedo yo dar.

Busco a Dios

Un joven inquieto se presentó a un sacerdote y le dijo: Si-un-nino-ha-de-mantener-1

-Busco a Dios.

El reverendo le echó un sermón, que el joven escuchó con paciencia. Acabado el sermón, el joven marchó triste en busca del obispo.

-Busco a Dios – le dijo llorando al obispo.

Monseñor le leyó una pastoral que acababa de publicar en el boletín de la diócesis y el joven oyó la pastoral con gran cortesía, pero al acabar la lectura se fue angustiado al papa a pedirle:

-Busco a Dios.

Su santidad se dispuso a resumirle su última encíclica, pero el joven rompió en sollozos sin poder contener la angustia.

-¿Por qué lloras? – le preguntó el papa totalmente desconcertado.

-Busco a Dios y me dan palabras – dijo el joven entre sollozos.

Aquella noche, el sacerdote, el obispo y el papa tuvieron un mismo sueño. Soñaron que morían de sed y que alguien trataba de aliviarles con un largo discurso sobre el agua.