Daniel Pintó Casas

Entradas etiquetadas como ‘conocer’

No te des por vencido

Cuenta una antigua leyenda, que en la Edad Media un hombre muy virtuoso fue injustamente acusado de haber asesinado a una mujer. En realidad, el verdadero autor era una persona muy influyente del reino, y por eso, desde el primer momento se procuró un «chivo expiatorio», para encubrir al culpable.

Parábolas con juicioEl hombre fue llevado a juicio ya conociendo que tendría escasas o nulas esperanzas de escapar al terrible veredicto: ¡La horca! El juez, también comprado, cuidó no obstante, de dar todo el aspecto de un juicio justo, por ello dijo al acusado:

-Conociendo tu fama de hombre justo y devoto del Señor, vamos a dejar en manos de él tu destino: Vamos a escribir en dos papeles separados las palabras ‘culpable’ e ‘inocente’. Tú escogerás y será la mano de Dios la que decida tu destino.

Por supuesto, el mal funcionario había preparado dos papeles con la misma leyenda: ‘CULPABLE’. Y la pobre víctima, aún sin conocer los detalles, se daba cuenta que el sistema propuesto era una trampa. No había escapatoria.

El juez ordenó al hombre tomar uno de los papeles doblados. Este respiró profundamente, quedó en silencio unos cuantos segundos con los ojos cerrados, y cuando la sala comenzaba ya a impacientarse, abrió los ojos y con una extraña sonrisa, tomó uno de los papeles y llevándolo a su boca, lo engulló rápidamente.

Sorprendidos e indignados, los presentes le reprocharon… «pero, ¿qué hizo…?, ¿y ahora…?, ¿cómo vamos a saber el veredicto…?»

-Es muy sencillo, respondió el hombre… es cuestión de leer el papel que queda, y sabremos lo que decía el que me tragué.

Con un gran coraje disimulado, tuvieron que liberar al acusado y jamás volvieron a molestarlo…

Por más difícil que se nos presente una situación, nunca dejemos de buscar la salida, ni de luchar hasta el último momento. Muchas veces creemos que los problemas no tienen solución y nos resignamos a perder y no luchar, olvidando aquellas palabras de: «Lo que es imposible para el ser humano, es posible para Dios».

Ama sin condición

Un soldado pudo regresar a casa después de haber peleado en la guerra de Vietnam y llamó a sus padres desde San Francisco.

– Mamá, Papá. Voy de regreso a casa, pero les tengo que pedir un favor:
Traigo a un amigo que me gustaría que se quedara con nosotros.

Claro – le contestaron – Nos encantaría conocerlo.

Hay algo que debéis saber, – el hijo siguió diciendo- él fue herido en la guerra. Piso una mina de tierra y perdió un brazo y una pierna. Él no tiene a donde ir, y quiero que se venga a vivir con nosotros a casa.

Siento mucho escuchar eso hijo. A lo mejor podemos encontrar un lugar donde él se pueda quedar.

No, yo quiero que él viva con nosotros.

Hijo… – le dijo el padre – tú no sabes lo que estás pidiendo. Alguien que esté tan limitado físicamente puede ser un gran peso para nosotros.
Nosotros tenemos nuestras propias vidas que vivir, y no podemos dejar que algo como esto interfiera en nuestras vidas. Yo pienso que tú deberías regresar a casa y olvidarte de esta persona. Él encontrará una manera en la que pueda vivir él solo.

La verdad dueleEn ese momento el hijo colgó el teléfono. No les volvió a llamar. Unos días después, los padres recibieron una llamada telefónica de la policía de San Francisco. Su hijo había muerto tras haber caído de un edificio, fue lo que les dijeron. La policía creía que se trataba de un suicidio.

Los padres destrozados por la noticia volaron a San Francisco y fueron llevados a identificar su hijo. Ellos lo reconocieron; para su horror descubrieron algo que no sabían, su hijo tan solo tenía un brazo y una pierna.